Caminando en las villas del tren

¿Por qué las organizaciones abandonan sus propósitos de inicio de año?… Propósitos implica cambios

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Las organizaciones, igual que las personas, cuando inicia el año están “cargadas” de optimismo, metas y acciones que implementar para ser más efectivos en el año que recién comienza.

Se trate de  una planificación formal o de acciones de mejora particulares, ya sean de empresa o personales; la consecución de objetivos involucra tres elementos importantes:

Un objetivo claro sobre lo que se desea conseguir.
Un cambio en la manera que habitualmente se hacen las cosas.
Una metodología para medir si se va en camino de alcanzar la meta.

Si el objetivo es para toda o parte de una organización se debe agregar otro elemento fundamental: los miembros del grupo no solo deben conocer con claridad el objetivo, sino también ser solidarios con la consecución del mismo, de lo contrario posiblemente le tocará “remar” en solitario y al final, posiblemente termine abandonando.

Centrémonos en el elemento del “cambio” como eje principal para lograr sus objetivos. ¿Por qué? porque como Albert Einstein dijo: «Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados“.

Pero decir que hay que hacer cambios es más fácil decirlo que realizarlo, sino cumpliríamos al 100% todas las metas que nos proponemos al iniciar el año. La resistencia al cambio es algo inherente al comportamiento de los seres humanos, nos cuesta cambiar hábitos y sobre todo actitudes porque somos “seres aferrados a costumbres” lo cual en esencia no es malo, es la manera en que nuestra psique nos ayuda a “lidiar con el día a día”. El problema es que a veces esos hábitos no nos permiten “avanzar” y entonces en lugar de beneficiarnos se convierten en lo que llamamos “malos hábitos”.

Otra razón por la que el cambio se hace difícil es que solemos ser deficientes a la hora de ejecutar. El problema no suele ser la falta de mantener un compromiso por cambiar, sino se debe a que muchas veces definimos objetivos sin tener una medida inicial que nos dé claridad sobre qué cambiar, cómo cambiarlo y sobre todo, una estrategia que nos permita ir “graduando el cambio”. 

Medir es la clave. Si el objetivo de su empresa por ejemplo es mejorar el servicio al cliente, ¡Muy bien!. Pero primero conozca sus fortalezas y debilidades y sobre todo, conozca lo que sus clientes piensan antes de iniciar para saber ¿dónde realmente necesita mejorar?. Luego, teniendo en cuenta como trabaja la organización, planee una “hoja de ruta de cambio” dividiendo su objetivo principal en metas graduales, con el fin de ir superando “la resistencia al cambio” y finalmente, establezca como irá midiendo el proceso. Es fundamental tener una retroalimentación que le diga si va logrando su objetivo o si debe hacer ajustes a la estrategia.

Medir, Medir, Medir y plantearse objetivos alcanzables con metas graduales es clave ya se trate de objetivos personales o de objetivos de la organización. Medir le da la ventaja de que “refresca” nuevamente su propósito del qué y por qué cambiar.

Finalmente, siempre tenga presente “Si continúa haciendo lo mismo, terminará obteniendo los mismos resultados”, esfuércese por hacer cosas distintas, atrévase a “probar” y mida, así sabrá que le está ayudando a alcanzar sus metas y que cosas no. 


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